Al parecer, el hecho de tener que escribir algo
sobre lo que no se tiene claridad, hace que uno como ser humano tenga que
investigar, buscar, consultar, o simplemente, satisfacer su curiosidad; y digo
“al parecer” porque la realidad es que estamos rodeados de genios, o eso es lo
que supone uno al ver que la gente por querer dar su opinión, habla - parlotea
más bien - sobre cualquier cosa, no importa el tema, lo que importa es dejar
una opinión; cuando en realidad la mejor opinión resulta ser, la mayoría de las
veces, el silencio.
Estamos rodeados de opiniones. A donde uno mire,
hay gente expresando su opinión. Pero ¿qué tan cierto es eso de ser “Su”
opinión? apersonarse de algo que alguien más dijo, de algo que escuchó de
alguien más preciso en su pensar, y darlo por verídico, para luego hacerlo
pasar como propio, no es opinar, es repetir como loros lo que el resto de las
personas dicen.
En una sociedad donde todo se encuentra al alcance
de la mano gracias al internet y a los teléfonos inteligentes, hemos dejado de
pensar y de buscar más allá de nuestro entorno, porque todo lo tenemos en la
inmediatez de un clic. El sentido común se volvió el menos común de los
sentidos. La evolución de nuestra especie va a realizar mutaciones en el
cerebro para que este se dedique a lo más básico, porque pensar va ser un verbo
extinto. Estamos viviendo el “oscurantismo” en la “edad de la iluminación” y
volveremos a ser los seres de las cavernas, pero con mayores recursos.
Lo más paradójico de todo, es que esto es una
opinión basada en lo que he visto y he tenido que oír en los últimos meses. No
he investigado más, por miedo a lo que me pueda encontrar, que fácilmente puede
ser peor de lo que creo que puede llegar a ser. Esta generación, la nacida en
los últimos 16 años, los llamados “millennials”,
van a ser los gestores del fin de la humanidad como la conocemos...
Ahora sí, agárrese quien pueda.
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