Tratando de entender el pensamiento colectivo, lo que mueve a la masa de gente a inclinarse hacia algún tipo de creencia, he decidido realizar algunos cálculos básicos acerca de la relación por volumen entre el universo y cada ser humano (habitante de la Tierra, pues desconozco si existen humanos en otros planetas) con el fin de identificar la real dimensión de lo que somos como especie, y de lo que hipotéticamente seríamos en caso de la existencia de un ser superior que nos cuida.
Para esto, lo
primero que hice fue calcular el volumen del universo observable. Hago claridad
en eso, pues al no tener claridad acerca de si existen o no los límites del
universo, lo más acertado es utilizar las dimensiones conocidas y aceptadas por
el ámbito científico mundial. Es decir, el fondo cósmico de microondas,
localizado a una distancia aproximada de trece mil millones de años luz
(13.000´000.000 AL) que en kilómetros vienen siendo ciento veinte y dos mil
novecientos noventa y tres trillones de kilómetros (122.993´000.000´000.000’000.000
Km). Esta es la distancia que hay desde el hipotético centro del universo hasta
su límite observable; una barbaridad.
Cuando hay una explosión, la
expansión generada se condiciona al medio en el que se presentó: si hay
elementos que la contienen, como una superficie, sea vertical (construcciones)
u horizontal (terreno, piso), esta genera una semiesfera que se frena
exponencialmente a medida que pasa el tiempo desde la detonación; en caso de no
haber elementos de contención, como en el vacío, la expansión será una esfera y
esta no tendrá fin alguno pues no habrá nada que la detenga, como es el caso
del universo en el que vivimos. Tomando como consideración esto, y la distancia
antes determinada, podemos calcular fácilmente el volumen en kilómetros
cuadrados del universo, con la fórmula del volumen de una esfera: Vesf=4/3 π R3
en donde R son los ciento veinte y dos mil trillones, el resultado es 7,79 x 1069
Km3, eso es 7.793´450.721´399.120´000.000´000.000´000.000´000.000´000.000´000.000´000.000´000.000´000.000
que en letras es siete mil setecientos noventa y tres undecillones
cuatrocientos cincuenta mil setecientos veinte y un decillones trescientos
noventa y nueve mil ciento veinte nonillones de kilómetros cúbicos.
Ahora bien, comparemos este valor
con el volumen de la tierra, que según Wikipedia es de 1.08321 x 1012
Km3, es decir 1´083.210´000.000 o un billón ochenta y tres mil doscientos diez
millones de kilómetros cúbicos.
Según esto ¿Qué porcentaje del
universo observable ocupa la Tierra? Pues muy sencillo, se divide el volumen de
la Tierra sobre el volumen del universo y se multiplica por cien:
Son números que no se pueden ni
leer de lo largos que son. Pero bien, resulta que ese porcentaje toca dividirlo
por cada ser vivo sobre el planeta, que a día de hoy supera los siete mil
quinientos millones de habitantes (solo contando humanos), lo que da que cada
uno es un 1,85x10-66 (calculado con siete mil quinientos millones) ó 0,000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.001.853.197.064.599.8%
o una cien mil decallenésima parte por ciento (ni idea si se dice así).
Viendo estos valores, no es
difícil suponer que nuestra relación con le universo pasa por niveles casi de
la inexistencia, somos producto de la casualidad, o el residuo cósmico de
explosiones ancestrales. Hay más posibilidades de que cada uno controle cada
átomo de nuestro cuerpo que de la posibilidad que seamos algo significativo
para el universo. ¿Qué no? ¿Que cómo puedo definir eso? Muy sencillo. El cuerpo
humano promedio (una persona de 170 centímetros de alto y 70 kilogramos de
peso) tiene aproximadamente 6,7x1027 átomos, ó 6.700´000.000´000.000´000.000´000.000
que es decir seis mil setecientos cuatrillones de átomos. Para cada átomo el
ser humano tiene una relación porcentual de 1,49x10-26% lo que es
igual a decir 0,000.000.000.000.000.000.000.000.014.925.373.134.328.4%
o catorce mil cuatrillonésimas partes por ciento.
Entonces, como el ser humano no
puede controlar cada átomo que lo conforma, es más, ni siquiera puede ser
consciente de su presencia, no lo ve como unidad, si no como parte de un todo,
nosotros como seres humanos, mucho menos somos fundamentales para el universo,
a este no le importa si existimos, porque no se da cuenta, realmente somos
insignificantes como presencia universal. Y si para la totalidad del universo
ni existimos, ¿Qué decir de un ser supremo? Pues lo mismo, si existiese, ni por
enterado que nosotros sí lo hacemos.
Todo lo anterior suponiendo un
mundo estático, ubicado siempre en la misma posición, cosa que no es cierta,
pues la Tierra se mueve alrededor del Sol, y este alrededor del centro de la
Galaxia, y esta dentro del súper cúmulo de galaxias, y este dentro del
vecindario cósmico, es decir, nos movemos, y nuestra posición en el universo
nunca es la misma, así que pensar en que otra civilización de otro planeta nos
encuentre, es extremadamente remota, aunque más factible que la presencia de un
ser que todo lo sabe.
Ahora que sabemos esto, miremos
otro tema, el poder de la energía. Mucha
gente habla que la energía del universo se confabula para hacer lo que nosotros
queramos. Falso. La energía del universo se generó hace tanto (en tiempo y en
distancia), que cuando llega a nosotros ya ha perdido intensidad y no tiene la
capacidad de modificar nada; la única energía posible, es la de nuestro Sol, y
esta nos llega con ocho minutos de retraso y demasiado alta, es decir, no puede
ser redirigida, ya que esto debe hacerse desde su inicio, o tener una masa
suficientemente grande, más que la del propio planeta, que permita establecer
una variación en el Espacio-Tiempo tal que pueda afectar lo que queramos. Algo
realmente imposible.
En conclusión, estamos solos, no somos más que un subproducto del azar, y debemos seguir buscando seres inteligentes en otro planeta, porque en este no hay.